jueves, 25 de diciembre de 2008

DE REGRESO AL CAMINO



Caminaba con pasos lentos… su mirada se perdía en la distancia.
Espejismos de ilusiones círquenses venían a su memoria, recorría su camino polvoriento de sentimientos y ganas olvidadas.
A su espalda ya no le cabía un peso mas de fatiga, pero podía cargar con las arrastras de su alma.
Se dijo para su adentro:
- No se porque continuo en este camino polvoriento y que busco en el.
- Pensé que tenía descanso en algún recodo de la vida pero, no es así.
Meneo el cabeza como resignado a su suerte y destino, de un lado a otro.
Siguió caminando, sin reparo del tiempo tratando de llegar a su destino. Solo, con el aullar del viento a su lado como compañero de camino.
A la distancia vio un frondoso árbol de querencias de la madre natura;
-Apresuro los pasos como si en ellos dejara los últimos jirones de vida que le quedaban.
Al llegar, con la frente sudorosa y en la mano un pañuelo con olor agridulce lo sostuvo por un instante y pensó:
- ¿Y vale la vida tanto caminar para después borrar el esfuerzo?
- Talvez no. Se dijo para si mismo. Lo guardo de forma mecánica en el interior de su chaqueta que ya no tenia color ni forma.
-Pero como todo viajero en algún lugar de su camino tiene que descansar.
Y en el, en su esencia de bohemio de la vida y el amor de los recuerdos; cualquier lugar de la vida y de otros brazos podían ser el mejor lugar del mundo.
-Que más dan unos brazos que otros se dijo; lo importante es descansar el alma,
-¡Si eso es!, -Tengo que descansar esta, mi cansada alma bohemia.
-Ya el tiempo dirá si este árbol tiene suficiente cobija para descargar el fardo de fatigas de la vida y las querencias entumidas por guardarlas en la memoria de los recuerdos de almas y de mucho caminar.
-Si, eso haré.
-Para que seguir por caminos polvorientos? Trastabillando con las ideas y los sentimientos. Es mejor dejarlos volar, si son míos regresaran a mis brazos. Si pertenecen a otro volando seguirán.
-Pensando de esta manera el abuelo se durmió en su rincón, mirando el camino polvoriento de su vida en una placida tarde con una brisa fresca del norte.
Pero yo tenía que seguir aquí en el marco de mi puerta, mirando el camino polvoriento de mi vida y mis amores.

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