jueves, 25 de diciembre de 2008

RELATOS EN LINEAS CURVAS





-Hoy pequeña, me quede sentado en el portal de mi puerta. Vi pasar cada segundo de mi vida frente a mi y guarde para ti mis más bellos recuerdos enmarcado en la distancia de este monologo de querencias.
-Bueno para que sigo con este conversatorio si tú no entiendes el palpitar de mis ideas y la encrucijada de: ¿Porque late este corazón moreno con cara de gitano en luna llena?
-Que más da; Mira.... si sigues en silencio yo tendré que seguir con mi monologo de camino polvoriento, aquí mirando en el horizonte, oteando tus querencias a ver si encuentro las mías entre las tuyas.
-Ves… como quiera pasa el tiempo entre los latidos y el palpitar de nuestros corazones. Es como la carta que escribimos la ponemos en un sobre pero jamás echamos al buzón.
-¿Te digo la verdad de nuestras vidas?
-De verdad deseas oírlas. –Veamos entonces.
-Somos amargados en vino rancio y tardío.
-Queremos filosofar con el amor y solo un disimulo mal realizado nos sale. Como una comedia de mala muerte.
-Con el teatro de nuestras vidas vacías: que carajo de aplauso vamos a cosechar. ¿Me puedes explicar esto?
-Se que te ríes y hace tus conjeturas, pero es la vida de nosotros las que ponemos en juego y no lo ves. Solo vives tu mundo de fantasías agonizante.
-Bueno de todas formas las largas horas de la tarde son las líneas del final de este cuento de nunca acabar. Por supuesto acompañadas con tu cafecito mortecino y aromático.
-Esa es la diferencia de nuestro conversatorio. Donde como mudo espectador soy el único que dialoga con la tarde y las ideas.
-No, no hay tiempo para esa sugerencia que nos brinda la carne.
-Hoy solo tengo los segundos para un tango mal vivido y mal contado en este marco de puerta vieja, mirando el caminito polvoriento y solitario de nuestras almas.
-Ese mismo que se desgasta con el tiempo al paso de los segundos. que se corroe cuando las gotas de agua golpean igual que cincel de acero; haciendo mellas en las arrugas de su piel de polvo fino. !Si amigo! así somos nosotros. Pero de todas manera nuestras vidas seguirán entrelazadas entre las querencias y el desamor de la cotidianidad.
-¡Te veo en el próximo recodo, chao!…

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