jueves, 25 de diciembre de 2008

LAS DANZAS DE LAS RANAS



Doblaba la espalda la tarde por el peso del día, que ya casi terminaba.
* * -Eternidades incontables de tiempo y distancia para quien tiene en mente un encuentro de luceros. En conjunción con la luna, la llovizna hacia gala de presencia en la mejilla de la tierna cara; insinuaciones de belleza en un lirio a punto de cortar en la desnudez de la cama.
* * -Ya, y un poco cansada; los luceros hacían gala de su presencia como sempiternos guardianes de querencias y rumores de enamorados.
-En la lejanía otro actor mandaba su correspondencia para anunciar que habría fiesta en la danza de las estrellas, lejanos relámpagos presagiaban con voz de trompeta el acontecimiento.
* * -Pero no muy lejos del escenario, unos invitados se preparaban para danzar su vals en traje de frac, unas ranitas que aleluyavan su libertad con el croar de sus gargantas y la dulzura en la esperanza de las gotas de agua que ya empezaban a caer; dejando a la tarde la oportunidad de despedirse de un día agobiado por el peso de los segundos de nuestras vidas.
* * -De todos modos yo estaba en primer lugar en este escenario maravilloso; frente a mi tenia todo el paisaje de la tarde, mi camino eterno y polvoriento que ese día y en un tiempo muy especial se vestiría de gala. -Por sus viejas cunetas correrían las gotas de la fresca llovizna como mozalbetes juguetones.
* * -Ocasión precisa de hablar de amor y poesía en brazos calenturones y tiernos de mujer de tarde serrana.
* * -Bueno de todas manera mis interlocutores son mis ranas que ya empezaban el concierto en la charca que se formaba en el patio del Viejo Juan. Nombre dado a mi árbol de mis recuerdos y desamores.
* * Si, este viejo día ya se iba sin dejar la propina de los viejos recuerdos. * * *

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