La noche estaba cargada de estrellas y cánticos como Sinfonía de
Ángeles.
-El mensaje de cada coro era
entonado con tal gracia que los duendes de la nostalgia detuvieron sus andanzas
para estar en primera fila en tan majestuoso espectáculo.
-En la charca, lugar donde se
preparaban los tenores del momento; las Libélulas pululaban dando los últimos
detalles.
-Pero en medio de todo esta
algarabía tres Ranitas ya habían afinado su voz y al compás de un, dos, tres
dejaban escuchar los primeros tonos de su melodía.
-A lo lejos, en el alto
firmamento, una invitada especial hacia su asomo en esta fiesta. –Coronada por
gruesas nubes la Luna asomo su carita redonda de queso y dejo ver sus primeros
reflejos en las tranquilas aguas de aquel majestuoso escenario.
-Bueno, dijo el Sr. Sapo con
fuerte voz. Yo soy un artista exigente, tengo que ser el primero.
-A una, las Cigarras
chisporrotearon su trino y dijeron.
-No, de ninguna manera. –Usted
es el último en la lista.
-Sabiendo que aquella noche no
podía exigir mucho con fuerte croar dijo está bien esperare.
Todo siguió muy animado, la
laguna está en su mejor apogeo. Hasta el Burro que fue a beber participo por en
cargo de la Avispa en tan inesperado espectáculo.
–Así transcurría la noche
cuando un imprevisto trueno anuncio la suspensión del espectáculo. Todos
salieron despavoridos en busca de refugio, pero las Ranitas y el Sr. Sapo
atónito a lo que pasaba no entendían el porqué del ajetreo en guarecerse de las
lluvias y los truenos.
-Total, dijo el Sr. Sapo a las
Ranitas: ya muchos de los invitados se han marchado. Una de ellas muy curiosa
le responde: -Mejor diga que fueron su cena en esta charca.
Con fuerte gotas de lluvia en
la pradera, la noche anunciaba la suspensión de las actividades de los
ocupantes de la charca, hasta el nuevo día. Donde el Sol mostraría nuevos
signos de vida y otras aventuras.
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