Alrededor de la fogata cuatros mozos escuchaban la historia, cosas
de jóvenes de antaño. Sus ojos brillaban fulgurantes en uno por la luz de las
llamas y en otros por la idea mal sana.
Pero todos escuchaban atentos a
su interlocutor, tenían por testigo a la noche oscura, el canto de los pájaros
y las estrellas del cielo.
El tiempo pasó lentamente y las
mentes de cada uno estaban ávidas de aquel relato que comenzó con la idea de la
hermosura de aquella joven, los detalles de su cuerpo y los encantos y placeres
que daba a quien tocaba tu puerta y ella le habría.
Fue a la orilla del río cuando
estregaba la ropa con sus manos finas, se presento Juan que con sus silbidos
anunciaba a la moza que le esperaba en la cascada del riachuelo y donde ella le
habría prometido darle sus placeres de moza llena de energía.
Los cuatros tenían sus mentes
calenturientas al escuchar la historia y no pestañeaban y su respiración
parecía desaparecer ya que no le interesaba a ninguno perderse ningún detalle
de la historia de sus vidas y más de una mujer como esa, la reina de la comarca
como mujer.
Cuando comenzaban los detalles
del encuentro entre Juan y la moza, en lo alto del firmamento una trompeta
infinita anuncio un aguacero infernal y el fin del relato. Los muchachos le
decían a su amigo: sigue pero las gotas gruesas de la lluvia que ya caía les
hizo ver que todo termino y solo en su mente podrían terminar la historia que
nadie supo cómo fue.
Las gotas gruesas de la lluvia
apagaron la fogata y así también estas líneas, hasta que aclare mas tarde.
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