jueves, 25 de diciembre de 2008

POR LA LLUVIA




Alrededor de la fogata cuatros mozos escuchaban la historia, cosas de jóvenes de antaño. Sus ojos brillaban fulgurantes en uno por la luz de las llamas y en otros por la idea mal sana.

Pero todos escuchaban atentos a su interlocutor, tenían por testigo a la noche oscura, el canto de los pájaros y las estrellas del cielo.

El tiempo pasó lentamente y las mentes de cada uno estaban ávidas de aquel relato que comenzó con la idea de la hermosura de aquella joven, los detalles de su cuerpo y los encantos y placeres que daba a quien tocaba tu puerta y ella le habría.

Fue a la orilla del río cuando estregaba la ropa con sus manos finas, se presento Juan que con sus silbidos anunciaba a la moza que le esperaba en la cascada del riachuelo y donde ella le habría prometido darle sus placeres de moza llena de energía.

Los cuatros tenían sus mentes calenturientas al escuchar la historia y no pestañeaban y su respiración parecía desaparecer ya que no le interesaba a ninguno perderse ningún detalle de la historia de sus vidas y más de una mujer como esa, la reina de la comarca como mujer.

Cuando comenzaban los detalles del encuentro entre Juan y la moza, en lo alto del firmamento una trompeta infinita anuncio un aguacero infernal y el fin del relato. Los muchachos le decían a su amigo: sigue pero las gotas gruesas de la lluvia que ya caía les hizo ver que todo termino y solo en su mente podrían terminar la historia que nadie supo cómo fue.

Las gotas gruesas de la lluvia apagaron la fogata y así también estas líneas, hasta que aclare mas tarde.


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